Sentiversos: He intentado reventarle el cráneo a mamá

10 marzo 2016

He intentado reventarle el cráneo a mamá

      Al salir de clase, cogí la guagua de camino a casa, deseando ver a mi pequeño, tras dejarlo dormidito en su cuna por la mañana.
Sentada junto a la ventana, leo las noticias en mi móvil y de repente, de la pequeña pantalla salta un titular y me apuñala en el corazón, bloqueándome la mente y transformándola en un témpano de hielo.

Un niño de 4 años ha disparado a su madre con un arma de fuego. Sigo leyendo la noticia, porque el titular solo resume la tragedia. Al parecer la mujer es una gran defensora de las armas, tanto que sólo un día antes del "accidente" había presumido en una red social sobre la habilidad que tenía su pequeño para disparar. Sin poder evitarlo, una voz en mi interior gritó indignada: "cría cuervos y te sacarán los ojos". Pero cuando el hielo que bloqueaba mi mente se resquebrajó abriendo una pequeña grieta, pude preguntarme qué diablos se le pasa por la cabeza a una madre para ponerle un arma en la mano a su hijo. ¿En qué cabeza cabe que eso puede ser algo responsable? ¿Qué te hace pensar que tu hijo no te va a matar al mínimo despiste? Es como darle un vaso de lejía y confiar en que no se lo beba o darle una pila de botón y confiar en que no se la trague.

¿Y ahora qué va a pasar? ¿Alguien ha pensado en las secuelas que puede causarle a tu hijo el hecho de que casi te mata? ¿Alguien ha pensado que ese niño puede tener un trauma y que eso puede cambiar por completo su manera de pensar, su manera de ser y su manera de actuar? Ese pequeño es ahora un asesino en potencia, todos lo somos. La diferencia es que muchos conseguimos enterrar esa parte de nosotros y conseguir que no aflore jamás, pero tu hijo ha visto cómo aflora en él ese instinto asesino. Casi se cobra su primera víctima con sólo cuatro añitos. Entonces, ¿cómo va a crecer ese niño? ¿Qué hará cuando tenga unos años más, cuando le enseñes a utilizar un rifle, una escopeta o una metralleta? ¿Se convertirá en un asesino en serie? ¿Matará por el mero hecho se sentir la emoción que siente al apretar el gatillo? ¿Cuántas vidas inocentes se cobrará? ¿Cuántas familias destrozará? Tal vez, simplemente coloque el cañón en su propia boca y se reviente el cráneo él solito cuando ya no pueda soportar más el remordimiento que le causará el hecho de que casi acaba con la vida de la mujer que le trajo al mundo.

Esta es tan sólo otra demostración de que todos somos hipócritas. Nos alarmamos por las masacres, por los atentados, por los accidentes de tráfico, por las bandas callejeras, por la violencia, por el maltrato, y todas las muertes que eso provoca. Pero, en vez de erradicar la violencia dando ejemplo y actuando bajo la máxima de la paz, ejercemos influencias negativas y enseña habilidades que sólo incitan y favorecen el incremento de la violencia.

Me imagino que los argumentos de esta fiel amante de las armas serían, como en la mayoría de los casos, la defensa personal y la protección. Pues al final, el monstruo del que te tenías que proteger estaba en tu propia casa. Tú lo pariste, lo criaste, lo educaste y le pusiste un arma en las manos para que aprendiera a matar. Casi te suicidas tú sola.

No sabes la enorme suerte que has tenido, la vida te acaba de dar una segunda oportunidad, no todos tienen la misma suerte. Ahora, tienes la opción de tomar conciencia y cambiar tu actitud y tu modo de ver las cosas, porque tal vez hoy tu hijo no haya conseguido matarte, pero si sigues enseñándole a manejar un arma, igual mañana mejora su puntería y te revienta el cráneo. Tú le has enseñado a empuñar el arma, tú le has dicho cómo apretar el gatillo, y tú misma has reconocido que tu hijo se emociona cada vez que dispara.

Fue esa noche, después de que publicaras una foto presumiendo de sus habilidades, después de que le dieras la cena y lo acostaras en su camita, cuando tú dormías y él soñaba el plan perfecto para matarte. Y fue ese día, después de que subieras al coche y te sentaras al volante, cuando perdiste de vista a tu pequeño trasto y a la pistola que descansaba cargada junto a su sillita. Fue entonces, mientras conducías, cuando tu pequeño asesino empuñó el arma como mamá le había enseñado, puso su pequeño dedito en el gatillo y apretó con todas sus fuerzas.

Dicen por ahí que los padres debemos enseñar y educar a nuestros hijos. Lo que muchos no saben es que, en realidad, somos los padres los que tenemos mucho que aprender. Los verdaderos maestros son nuestros propios hijos, cada día nos enseñan muchas lecciones que nos ayudan a crecer y a mejorar, no solo como padres, sino también como personas.

Hoy tu hijo te ha dado una enorme lección, la lección de tu vida. A ti y al mundo entero:
Nos ha demostrado a todos que la violencia no se combate con violencia.


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