Cómo somos en España, que le cogemos cariño a cualquier piedra.
Hoy recuerdo aquel post, inspirado en una historia tan dura como real, que contaba cómo una nieta perdía a su abuela a causa de un incendio que comenzó con una vela, encendida por no poder afrontar las facturas de la luz.
Ese será el trágico final de muchas personas que este verano morirán al sufrir golpes de calor, por no poder encender el aire acondicionado en ciudades que superan los 40 grados a la sombra.
Ese será el trágico final de muchas personas que este invierno morirán al sufrir hipotermia, por no poder encender su calefactor en ciudades que alcanzan mínimas históricas.
Ese será el trágico final de muchas personas que encenderán sus chimeneas o llenarán la casa de velas para evitar que el frío les cale los huesos, olvidando apagar la llama que apagará sus vidas.
La comida, la asistencia sanitaria (tanto de personas como de animales), la educación, el transporte, la luz y el agua no deberían ser bienes de lujo, sino bienes de primera necesidad, básicos y garantizados en toda sociedad.
Sea del bando que sea el gobierno, sean cuales sean los intereses de las empresas. Lo primero es lo primero.
La vida se protege y se respeta.
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