Sentiversos: No es país para niños

15 febrero 2017

No es país para niños

Antes de convertirme en madre sabía que en este país hay ciertos límites, prejuicios e injusticias para con las madres y los padres. Sabía que España es un país de población envejecida y que en otros lugares se proporcionan muchas más ayudas para los padres. 
Sin embargo, nunca imaginé que todo lo que sabía no constituía ni la mínima parte de lo que en realidad es, hasta que fui madre, joven, estudiante y sin trabajo.

Me di cuenta de que éste no es un país para niños desde el día en el que nació mi bebé, incluso antes, con situaciones tan simples como ir en una guagua abarrotada y ver que absolutamente nadie se dignaba a cederme el asiento. Pero, como iba diciendo, el día en el que mi bebé nació me enteré por pura casualidad de que a otras madres, ingresadas en otras plantas, les habían proporcionado dos canastillas con productos para sus bebés a modo de regalo. por parte del propio materno. Inmediatamente fui, con mi compañera de habitación a reclamar mis dos canastillas, y mi sorpresa fue que la enfermera se comportó como si ella misma las pagara, como si yo le estuviese pidiendo que me diera algo a lo que no tenía derecho, tanto fue así que intentó darme sólo una, en vez de las dos que me correspondían como al resto de pacientes. Se trata de unas canastillas que se regalan de forma estándar en el materno, para todo el mundo, a modo de detalle por el nacimiento de un bebé. Por eso no entiendo cómo es posible que algunas enfermeras muestren una actitud tan antipática y tacaña cuando solo se trata de un mero detalle y ni siquiera es algo del otro mundo.

Pero eso no es todo, cuando me quedé embarazada decidí hacer un parón en mi carrera universitaria, y no es que me dieran demasiadas opciones y facilidades para poder solucionar la situación de forma factible, no podía seguir la carrera a distancia y la única solución era parar durante un año entero a mitad del segundo año de carrera. Descubriría más injusticias cuando comencé a cobrar una ayuda llamada PCI. Se trata de una ayuda económica mensual que pretende ayudar a las familias sin ingresos, sin embargo, no ingresan el dinero en una fecha determinada y fija, ni a la misma vez en todos los bancos. Si eres de un banco determinado cobrarás antes o después que los demás, no puedes planificar cada mes porque no sabes cuándo vas a cobrar exactamente ya que te pueden ingresar el dinero del día 28 al día 10. Para una familia que sólo depende de esa ayuda en exclusivo, esto es un riesgo ya que no ofrece ninguna estabilidad, por no hablar de que es una cantidad ridícula si tenemos en cuenta el gasto de agua, luz, gasolina, transporte, comida, medicinas, productos de limpieza e higiene, etc. que gastamos mensualmente, a parte de los gastos que supone un bebé. La cantidad no llega a rozar los 600 euros mensuales, y si a esos gastos hay que sumar otros como la hipoteca o el alquiler, resulta inútil. La ayuda dura dos años, pero hay que renovarla dos veces, una a los 12 meses y otra a los 6 meses del segundo año de cobro. Sin embargo, por muy pronto que la renueves y presentes los documentos pertinentes para evitar quedarte un mes o dos sin cobrar, eso no depende de ti, y puede ocurrir, que, como en mi caso personal, el mes de diciembre no tengas ni 4 euros en la cuenta. Lo que incluye que no tienes con qué comer, sin hablar de las fechas tan señaladas que son, sobre todo con niños tan pequeñitos en casa.
Esto me parece absolutamente injusto, dado que al final, la familia tendrá que recurrir a opciones como pedir ayuda económica a los familiares u amigos, con los conflictos que ello puede traer; pedir un crédito, con los problemas que esto acarrea en el futuro; o incluso desarrollar la economía sumergida a falta de encontrar un trabajo en los duros tiempos que corren, con el riesgo que esto conlleva. Al final el resultado es que se viven situaciones desesperantes y realmente injustas.

¿Y las medicinas?
Pues es un hecho absolutamente indignante que, mientras cobramos la PCI o estamos percibiendo algún otro tipo de ingreso no tengamos que pagar absolutamente nada en cuanto a las medicinas, pero cuando la dejamos de cobrar, enseguida nos cambian el perfil en la Seguridad Secial y tenemos que pagar un gran porcentaje del coste de medicinas. Nosotros llegamos a hablar con el personal de la Seguridad Social y nos confirmaron que el sistema es así. Es ridículo e injusto. Cuando cobras, no pagas. Cuando no cobras, sí pagas. El mundo al revés.

¿Existe una conciliación real entre la vida laboral o académica y la familiar?
No. Rotundamente no. He comprobado personalmente cómo en la universidad no te permiten faltar a clase o aplazar algún examen si tienes que acudir al médico con tu hijo, si éste está enfermo o, incluso si el motivo es un nacimiento o una intervención. Algunos profesores ponen mala cara y se comportan como si te estuvieran haciendo un favor al que realmente no tienes derecho. A algunos profesores realmente les cuesta justificar las faltas y alegan que no es su obligación y que ese motivo no está recogido en la normativa. No se facilita a los alumnos una flexibilidad entre la carga de trabajo académico y el estudio y la vida familiar o el simple tiempo libre del alumno. En casa, con un bebé que tiene fiebre, molesto y que no deja de llorar, es absolutamente imposible concentrarse para poder estudiar o siquiera escribir una mera oración, sea en el ámbito que sea. Muchos profesores no tienen esto en cuenta y no muestran ni un ápice de empatía, tanto que incluso pueden llegar a suspenderte la asignatura alegando faltas y demás factores.
También existen empresas, por no decir la mayoría de ellas, en las que se dan situaciones de discriminación a las mujeres que entran en el rango de ser madres. Situaciones como malas miradas, coacción, amenazas e incluso despidos improcedentes por el mero hecho de quedarte embarazada, pedir una baja de maternidad, o pedir una reducción de jornada para poder dar el pecho a tu bebé. Se dan casos tan extremos en los que los contratos estipulan un compromiso por parte de la empleada en la que ella se compromete a no tener hijos en el tiempo que dure el contrato. También hay entrevistas en las que te descartan en el momento que dices que eres madre, e, incluso, te realizan preguntas de índole personal como si tienes pareja, si tienes hijos y si piensas tener hijos a corto plazo. Cosa que yo considero irrelevante puesto que la vida profesional y la vida personal no tienen porqué estar en conflicto.

Vivimos en un país en el que se persigue al bebé que llora desesperadamente por hambre y se castiga a la madre que enseña el pecho al alimentar a su hijo. Vivimos en un país en el que las escuelas infantiles públicas brillan por su ausencia en muchos municipios y ofrecen menos ayudas que las privadas, dada su mala gestión. No se facilita en absoluto un horario flexible para que los padres puedan conciliar la vida laboral o académica con la familiar. Un bebé requiere tiempo, esfuerzo y supone mucho trabajo, y aparte de la atención a los hijos, hay que tener en cuenta el tiempo libre y las tareas de casa, entre otras cosas.

Un bebé llorando en cualquier lugar público molesta terriblemente, no se le permite disfrutar de su infancia y su inocencia, no se le permite desarrollar su creatividad y se le manda a callar. 
Se les impone unas costumbres totalmente sexistas incluso antes de nacer: niños azul, niñas rosa. Niños dibujos de acción, niñas dibujos de princesas. Los niños nunca lloran y son campeones, las niñas son sensibles princesitas. Los niños juegan con camiones y armas, y las niñas juegan con cocinitas y muñecas. Todas estas actitudes conllevan a que un niño llegue a tener miedo y vergüenza de pedir una muñeca a los Reyes Magos y que a una niña se le diga que es una "machona" por pedir un camión a los Reyes Magos. Esto es sexismo y a la larga se traduce en machismo y violencia de género, lo cual es una lacra para nuestra sociedad y no nos permite avanzar.

Este no es país para niños, aquí las ayudas a las madres sólo se conceden si la mujer trabaja. Las ayudas para las escuelas infantiles solo se conceden a las trabajadoras. Es decir, si tienes ingresos, te ayudan, si no tienes ingresos, búscate la vida.

¿Y los padres?
Se da por hecho que la que cuida al bebé, la que le alimenta, la que le viste, la que le atiende, la que le lleva al médico y le acompaña en las pruebas, la que tiene en la cabeza las citas médicas, la medicación y las dosis de comida que debe tomar el bebé es siempre la madre, la mujer. Si un miembro de la pareja debe dejar el trabajo o los estudios, la mayoría de las veces lo hará la mujer, quedando relegada a pasar las 24 horas del día encerrada en casa, con un bebé llorón que no deja de pedir atención, viendo todos los capítulos de la serie animada de moda, fregando y realizando las labores del hogar y dejando para otro momento la atención propia, el cuidado propio y hasta el amor propio. Se trata de un trabajo agotador y no remunerado, ni valorado ni reconocido, ya que después de un larguísimo día de duro trabajo, el hombre es capaz de llegar del trabajo, ver la casa echa un desastre y bramar: "¿es que no has hecho nada en todo el día?".

¿Se acuerdan de la ayuda que concedía el gobierno a toda persona que tenía un bebé?
El cheque bebé, el histórico cheque bebé que ha desaparecido de la faz de la tierra. No es país para niños cuando una botella de ron puede salir más barata que un paquete de pañales. ¿Son un producto de lujo? ¿Acaso compramos pañales por puro capricho? ¿Tienen idea de lo que puede llegar a gastar un bebé al mes en pañales? ¿Y la alimentación? Las leches de continuación, los complementos, los potitos, las compotas y los cereales tiene precios abusivos y desorbitados para algunos bolsillos. Por no hablar de que en la actualidad parece que hay una tendencia estúpida a querer alimentar a un niño con preparados de leche artificial que nada tienen que ver con la leche materna, engañando a las madres con fuertes campañas publicitarias, alegando que su leche es demasiado acuosa, que no llena al bebé, que éste se queda con hambre, que no se coge bien del pecho, que la leche de continuación lo convierte en un bebé más inteligente y un sin fin de patrañas más que lo único que persiguen es conseguir que la mamá pierda la paciencia, se sienta incapaz de alimentar a su hijo y opte por comprar un biberón y un bote de leche de continuación para alimentar a su bebé creyendo que éste se muere de hambre porque su leche no es de calidad.
Es toda una trama de manipulación y creencias erróneas que derivan en el consumo de productos carísimos que favorecen las ventas de las grandes empresas multinacionales que al final logran llenar sus bolsillos a costa de "alimentar" bebés con preparados artificiales y químicos. A veces incluso añaden productor tóxicos que abaratan los costes de producción y que dañan la salud de nuestros bebés.

En este país la situación para los padres y madres, sobre todo para las madres, no es nada positiva, no es fácil ser madre y estudiar, o ser madre y trabajar. No es fácil evitar los prejuicios y críticas por parte de la empresa, de tus compañeros de trabajo o de estudio, por parte de tus jefes o profesores, por parte de tu familia y amigos. En nuestro país los niños no son libres, es imposible que sean libres porque no les dejamos serlo, desde antes de nacer los clasificamos en niñas o niños, rosa o azul, les enseñamos qué deben ver y qué no, con qué deben jugar y con qué no, cómo se deben comportar y cómo no, en razón de su género. Eso les impide ser libres, eso les limita, les ponemos en un camino diseñado con vallas y no dejamos que descubran nada más allá de las fronteras que nosotros mismos les imponemos. Todo son reglas, no les dejamos experimentar o descubrir, les mandamos a callar si gritan o hablan mucho, si rallan algo nos enfadamos, si se ensucian nos enfadamos y cualquier cosa que hagan en un intento por romper las normas nos molesta.
Existe hoteles donde no se admiten niños, restaurantes donde no admiten niños, como en los hoteles y restaurantes que no admiten animales... En una sociedad en la que se trata a un niño como si fuera un perro hay algo que falla. Si el niño grita o llora en un lugar público nadie se para a pensar qué le pasará, simplemente pensamos que el chiquillo es un malcriado y que su madre no sabe controlarlo, y tras mirar al enano que no deja de armar escándalo, miramos a su madre recriminándole con la mirada el pésimo comportamiento de su hijo de 2 años.

En España los niños crecen sin ser valorados, y lo que es peor, sin ser comprendidos. No se muestra empatía por ellos y no se les dedica tiempo. Así es como se crean mentes retorcidas y frustradas. Así es como se crean personas egoístas, que no saben amar a los demás porque no se aman a sí mismas. Así se crea personas inseguras y con miedo a descubrir nada nuevo. Así se crea personas intolerantes incapaces de admitir y aceptar o respetar cualquier comportamiento o suceso que salga del camino que desde niño se le ha impuesto haciéndole creer que ese era el único correcto.

Los adultos deberíamos tomar conciencia, pasar un día entero con niños, con una cinta americana en nuestras bocas y con los oídos bien atentos y los ojos bien abiertos. Deberíamos aprender a sacar y liberar al niño que llevamos todos dentro, encerrado, encadenado y amordazado por las convenciones y las reglas. Volvernos niños por un día, sentirnos niños por un día, escuchar a los niños por un día, jugar con los niños por un día, observar a los niños por un día, entender a los niños por un día y para siempre.
Sólo así podremos cambiar nuestra manera de pensar que los niños deben comportarse como adultos, sólo así podremos entender que son niños y que merecen ser libres, porque la infancia es algo que se va y nunca vuelve. Sólo así aprenderemos lo bonita que es la inocencia.

Sólo así podrá cambiar nuestra sociedad y aprender a valorar, proteger y apoyar la maternidad y la paternidad.



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No es país para niños by Laura Zerpa Sánchez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.
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