Observo sin miedo
el mar de tus pupilas
y me convierto en fuego
para alargar tu agonía.
Princesa, dama mía:
¿en qué he fallado?
Ocurrió lo que me temía
y te has despertado.
Has abierto tus ojos preciosos
y me has observado atentamente.
Has descubierto que soy un monstruo
y te has alejado lentamente.
Reina, diosa mía:
¿por qué me has atacado?
Si yo te quería
y te lo he demostrado.
Sí, la realidad te ha desvelado
que tus temores eran ciertos.
Esta vez tú te has encerrado
entre tus propios lamentos.
Tal vez fue aquel puñetazo
el que te abrió los ojos.
Quizás fue el último portazo
el que provocó tu enojo.
Dices que te maltrato
y yo solo te enseño
con quién te has casado
y cómo debes tratarlo.
Lo hago con esmero
y le pongo empeño:
si quiero, te pego
y si quiero, te beso.
¿No te das cuenta
de que esa es mi manera
de quererte, princesa?
¿Es que no te enteras?
Esos morados de tu piel
son para que recuerdes
a quién tú te debes,
a quién le perteneces.
Esas heridas sangrantes
son para que te resguardes
entre los brazos del ángel
que te agrede con guantes.
Ese dolor en el alma
te obliga a buscar calma
cuando duermes en la cama
con quien finge que te ama.
Yo te pido perdón,
no lo puedo evitar.
Yo no tengo corazón,
yo te quiero matar.
No huyas, princesa mía.
Puedo fingir, darte alegría.
Puedo sacarte una sonrisa
aunque sea de mentira.
Entiéndeme, mi amor.
Yo no soy un monstruo.
Alguien me robó el corazón
y me provocó mucho dolor.
¿No te das cuenta
de que esa es mi manera
de quererte, princesa?
¿Es que no te enteras?
Yo no quiero que me dejes,
recuerda que de mí dependes.
Sin mí nadie te quiere
y sola tú no te defiendes.
Princesita bonita,
¿sin mí, qué harías?
Sola te morirías
porque nadie te querría.
Y no me tientes
con amenazas,
con denuncias y calumnias.
No, mejor no juegues.
Porque si me retas,
eres tu quien pierde.
Sin tu hija te quedas.
Te la robo, te la arrebato.
Te la violo y te la mato.
Y con tu vida acabo.
Guarda silencio,
diles que te quiero.
Tapa tu piel,
todo va bien.
Te trato genial
soy un padre diez.
Todo es felicidad.
¡Díselo al juez!
¿No te das cuenta
de que esa es mi manera
de quererte, princesa?
¿Es que no te enteras?
Paula Sifora
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Que triste y bonito a la vez. La triste realidad de muchas mujeres. Enhorabuena.
ResponderEliminarAgradezco tu comentario. Sí, hay que acabar con esta lacra que es el machismo, la violencia y el patriarcado. Muchas mujeres lo sufrimos en mayor o menor medida, de una forma u otra y hay que luchar contra eso. Somos iguales en derechos y deberes. Si locura es pensar que somos personas y tenemos derechos, sí, somos todas unas locas. Y a mucha honra.
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